Todo comenzó una tarde, unos huaqueros habían desenterrado una tumba muy rica, por suerte no consiguieron saquear nada hasta la llegada de los arqueólogos, esto ocurrió en 1987 en un asentamiento agrícola; Walter Alva y su equipo conformado por Luis Chero llegaron a investigar, encontraron la tumba de un joven dignatario Moche que llevaba enterrado 1600 años.
Encontraron en la cámara funeraria a ocho personas más, tres mujeres, un hombre a cada lado, un niño y dos guardianes; y también animales, dos llamas y un perro.
Además encontraron una serie de ceramios aproximadamente 209, algunos de estos estaban llenos con ofrendas.
El cuerpo del señor de Sipán estaba cubierto de adornos, armas y emblemas de oro, plata y cobre dorado, las investigaciones prosiguieron, lo que llevo a meses después desenterrar otras valiosas tumbas como la de un sacerdote contemporáneo al señor de Sipán y también a otro gran guerrero apodado “El Viejo Señor de Sipán” puesto que era de mayor antigüedad; antes de estos descubrimientos se creía que los símbolos encontrados en los huacos y ceramios eran ficticios, pero al encontrar lo mucho que se parecen los diseños al señor de Sipán hacen suponer que los moches eran muy realistas en sus diseños.
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