En 1853, el presidente Pierce envió una escuadra al mando del comodoro Perry para negociar un tratado. Perry llevaba una carta autógrafa del presidente para el Shogun. Dijo al representante de este que volvería para saber la respuesta. La carta suscito grandes controversia en el Japón. Un tratado con los Estados Unidos significaría el fin de la política aislacionista. Las opiniones se hallaban divididas. Algunos fanáticos abogaban por la resistencia militar; otros, en cambio, comprendían que el Japón no podría resistir mucho. Cuando Perry represo el año siguiente con una escuadra aún más poderosa, el Shogun accedió a negociar, si bien a regañadientes. El tratado firmado por los representantes de ambas potencias en 1854, señaló un hito decisivo en la historia japonesa. Según sus cláusulas dos puertos nipones quedarían abiertos a los extranjeros, no solo como refugio, sino para comerciar, el aislamiento japonés habían recibido un el golpe de gracia. Como ya es de suponer, Los Estados Unidos no conservaron el monopolio, antes de dos años, Gran Bretaña, Rusia y Holanda habían firmado tratados similares con el Japón. En términos generales, los representantes de las naciones extranjeras tenían derecho a vivir en el país, a comerciar y adquirir allí pertrechos militares y navales y a enviar cónsules a las diversas ciudades portuarias japonesas.
Durante un tiempo, los aislacionistas conservadores de Japón adoptaron la posición de “aquí no pasa nada”
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