Los moros marroquíes eran tradicionalmente un pueblo de guerreros. Su imperio se extendió a España, donde gobernaron varios siglos, y consiguieron defender siempre su independencia. La riqueza del país y su situación estratégica lo convertían en una codiciada presa para el colonialismo, pero esto mismo constituía una especia de protección. Eran tantas las naciones europeas que querían apoderarse de marruecos, que todas temían ser la primera en intentarlo, pues ello podría acarrear grade consecuencias diplomáticas y militares. Por último, fue Francia quien se atrevió.
A pesar de todas sus precauciones diplomáticas, Francia se olvidó de Alemania, el Káiser Guillermo II era un imperialista acérrimo y un diplomático mucho menos cauto que Bismark. Cuando se enteró de las maniobras francesas para apoderarse de Marruecos, el Káiser hizo una declaración pública en la que afirmaba que Alemania consideraba a Marruecos como un estado soberano, al que no había de atacar. A causa de la gran tensión internacional, se decidido a convocar una conferencia de todas las potencias europeas, incluyendo los Estados Unidos, para tratar de resolver la situación marroquí sin apelar a la guerra. Finalmente, marruecos se convierte en un protectorado francés.
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